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miércoles, 27 de enero de 2010

Parte III

Terreno calmo a simple vista habitaba. Flautas sonaban en su palacio, mezcladas con siseos permanentes. La música seduce, deleita al que la oye. Un joven ser de mucha inocencia por allí cerca pasaba.

Se sentía impotente. Sentimiento lleno de proyectos e ilusiones, pero incapaz de concretarlas. Su infelicidad había sido provocada por un amor no correspondido, la causa de numerosos llantos. Había decidido alejarse un tiempo de su pueblo, así no tendría que verlo a él, quien con su indiferencia le destrozaba el corazón hasta más no poder.

Sus descalzos pies le rogaban sentarse en algún lugar de aquella gran selva. Así lo hizo, se apoyó sobre una roca y secó sus lágrimas. Aquel lugar tan placentero le iluminaba la mirada con sus rayos de sol. Una bonita mariposa se posó sobre su delicada mano izquierda, y le sacó una sonrisa. Con el paso de las horas allí, su húmedo rostro se fue secando. Decidió darse un paseo por aquel lugar, tratando de olvidarse de sus problemas, de despejarse, recordando que la vida es maravillosa, que el mundo era espléndido y que debía disfrutarlo día a día. Un fracaso no era nada, es más, de estas situaciones es cuando más aprendería. Capaz las cosas serían mejor de esta manera. A lo mejor la vida la sorprendería al día siguiente con algo magnífico, o no en su defecto. Imposible saberlo, esa era la razón de vivir. ¿Todo pasa por algo? Tal vez toda acción tenga su función y tengamos un destino marcado del cual no podremos escapar. Pero sería bello averiguar qué es lo que nos tiene preparados. ¿No? Felicidad, grata felicidad. Risas, lenguaje del alma. Carmín estiraba su delgado cuerpo al aire libre, sintiendo las brisas de viento y oía como éstas movían suavemente los pastos. Presentaba ahora, luego de sus reflexiones, un latente entusiasmo, envuelto en serenidad.

Ya no se sentía impotente, su humor había cambiado radicalmente. Pero fue allí cuando la curiosidad la cubrió con su dulce misterio. A lo lejos se veía una estructura de estéticos árboles que forjaban una especie de castillo con sus potentes y a la vista bastante sólidos troncos. Sus hojas de color verde azulado llamaban poderosamente la atención de Carmín, o al menos eso era lo que ella pensaba. El poder de Envidia se sentía a distancia. Imposible era ignorarla.

7 comentarios:

  1. presiosisimo!!

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  2. Se hizo esperar la tercera parte.. pero valio la pena. Cada escena que describis es tan clara, tan llena de colores, en verdad es preciosa tu obra, Te djo mis saludos.

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  3. Gracias por pasar por mi rincón, y dejar un comentario tan amable por tu parte.
    Tienes un espacio muy colorido, y el relato me parece muy interesante para seguir sus pasos.
    Saludos cordiales.

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  4. esta muy weno....gracias x haber visitado mi blog, el tuyo tambn está muy bkn....q estes bn cuidate....Franzisko!!!!!!!!

    PD:romanticide93toheaven.blogspot.com, no lo olvides....

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  5. Hola Flor:
    Interesante relato. Mujeres o diosas a quienes les he encomendado librar una venganza para que los morales paguen sus culpas. Y tienen los nombres d elos siete pecados capitales. Es original tu punto de vista.
    Sigue adelante flor
    Un abrazo.

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  6. Gracias por tu visita y por tu comentario.
    Un abrazo.

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