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domingo, 10 de enero de 2010

Carmín

Parte I

¿De qué es capaz un ser humano?
¿A quién es capaz de recurrir en momento de necesidad?
La “necesidad” ¿existe o el hombre la crea?
Curioso es como el ser utiliza aquel término para aquello que le da satisfacción, y no para lo verdaderamente urgente.


Allí aguardaba, descontenta de sí. Enhiesto cuello; labios carnosos; mejillas sonrosadas por naturaleza; nariz levemente respingada; ojos celestes de rojizas pestañas (como su cabello, el cual, de carácter ondulado, le cubría parte de su húmedo rostro).

El tesoro más codiciado e idolatrado por los seres humanos durante añares no fue el alma. El rostro fue alguna vez un regalo de los Dioses. A pesar de la belleza del presente, el ser humano como de costumbre erró: lo transformó en su nueva divinidad y objeto de adoración. Lo convirtió desde importante hasta elemental, lo elevó por encima de cualquier Dios y transformó de un noble obsequio lleno de gracia, un castigo.

En el Fantástico Mundo hay divinidades, que no dejarían al ser humano sólo jamás. Límites.
- ¿Un ser sólo? ¿Viviendo su corta y desesperada vida por su cuenta? Terminarían destruyéndose entre ellos o peor: correría peligro nuestro preciado mundo, que con mucho cuidado y dedicación hemos creado, entre todos, aportando cada deidad lo más importante de sí: su esencia.

Las divinidades, como responsables de el Mundo tratan de implementar su idea de justicia para el bienestar humano: cuando no hay esfuerzo por el alimento los seres pasan hambre y sed; cuando roban o ejercen actos que atentan contra algún otro les pesa en la conciencia eternamente y cuando no hay respeto por los Dioses, sus creadores, hay un castigo, y no es leve. Esto es ley de los Dioses. Deben esforzarse mínimamente para conseguir alimento, jamás aprovecharse de otros. Si no es cumplido, de alguna forma u otra, tarde o temprano, no obtendrán “fruto de sus cultivos”.

La magnificencia es arrogante, pero no esperan arrogancia de los seres, ¡ignorantes, torpes y pobres de conocimiento!
¿Qué condena les impondrían esta vez por no venerarlos, por olvidarse de quiénes los han creado, por ejercer dicha vanidad? ¿Acaso no saben que los Dioses son absolutamente poderosos? ¿Se les ha escapado de la memoria? ¿Perdieron la coherencia?
Y no se han quedado allí, sino que comenzaron a admirar, incluso con vehemencia, sus fisonomías, sus cualidades, y peor aún, lo más escaso de entendimiento: los objetos materiales.

Todo esto merecía una fuerte pena, algo que se recuerde por los siglos de los siglos, generación por generación.
El cielo se tornaría celeste y ya no reflejaría más la tierra; el arco iris ya no sería tan usual; los pastos no serían tan verdes; la tierra no sería tan fértil; el agua no sería tan abundante; comenzaría a haber actividad dentro de la tierra; el ser humano sufriría frío y calor, sequías e inundaciones al azar; dejarían de ser tan longevos y los animales ya no reconocerían como amos.

Llegar a esta medida angustió a todos los Dioses. Desperdiciarían lo que habían donado para la creación, lo más maravilloso y eterno atribuido al ser: su esencia. Se destruirían a ellos mismos. Si el mundo de fábula muere, éstos morirían con él. La Diosa de la belleza ya no se precisaría en un mundo tan poco agraciado; ni la de la vegetación quien adorna sus bosques, campos, selvas y sabanas con increíbles árboles, arbustos, flores y helechos; ni el Dios de la tierra quien la calma y la fertiliza.
Debían castigar a los seres estrictamente. Discutieron hasta llegar a la decisión.

El cielo seguiría reflejando el fantástico mundo con sus hermosos arcos iris; sus verdes pastos; fértiles y calmas tierras; abundantes mares, ríos, lagos y lagunas; longevos seres humanos, quienes dominan a los animales. Pero tendrían su condena, un castigo realmente memorable, sólo así se darían cuenta de su error.

Fue así como las divinidades enviaron a las siete desgraciadas, las siete desgracias del ser. Siete esbeltas mujeres sobrenaturales, capaces de someter cualquier ser humano bajo su potestad.

4 comentarios:

  1. Daniel Ruiz Diaz12/1/10, 3:50

    La verdad que me gusto mucho el cuento. Me gusto el principio de filosofia que tiene, filosofia quizas fantastica, pero esta buena igual.
    Es una buena manera de mostrar lo superficiales que somos, muy bien, ojala sigas asii..!

    Un Novato de taringa que no pudo opinar porque es novato jeje

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  2. Tus letras van acompañadas de una
    contundencia lirica que me emociona.Quiero seguir "leyendote".
    Te dejo mis saludos.

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  3. ei bien ahi flor. segui escribiendo, te felicito.besos

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